Tuesday 19 June 2012

Capítulo 10



Capítulo X






El televisor está apagado. Sin embargo, sentada al borde de la cama, Manuela permanece quieta, absorta frente a la gris pantalla plana.



_ Todo me puede mentir menos tu ojos, nena. Esta noche no me pediste permiso para salir. What´s going on? What´s wrong with you?



_ Nada, I´m OK. Hoy no tengo ganas de salir.



Tu padre y yo vimos un auto esta tarde, es pequeño pero creo que te va a agradar.



_ ¿Qué harías tú si viste algo que no deberías, no, más bien que no querías ver?



_ ¿Alguien más vió lo que dices?



_ Nadie más, no como yo, lo ví todo.



_ Así que no lo vieron todo. ¿Quiénes no lo vieron todo?



_ Mis amigos, you know, con los que siempre ando, los que a veces vienen aquí a la casa.



_ Amigos… alguno debe quedar por ahí. Te sugiero que no entres en los juegos de secretos, nena.



_ I got no secrets.



_ Si acaso te quedara alguno, cuenta lo que te guardas a un amigo, alguien de tu entera confianza, de esos difíciles de encontrar, y libérate de esa intranquilidad. Te apuesto que ellos no esperan a que alguien más lo sepa.



_ Whoever they are.



_ Right! No matter how powerful they are. Muy pocos soportan la transparencia, cariño. Me entristece que hayas aprendido así que el mundo no es lo que tú creías, ni siquiera el de los amigos.



La alta y espigada mujer madura está a punto de salir de la angosta recámara, cuando Manuela remata la conversación.



_ By the way, hoy me bajó mi primera regla.



La mirada esquiva, el paso acelerado, los movimientos descoordinados en general. La boca reseca, con ese sabor metálico resultado de haberse negado a probar bocado alguno. Ayleen se dirige directamente a la cocina y rápidamente, de un solo trago, bebe un vaso de agua.
_ Mum, my Nemo and I missed you so much. Are you gonna take us to bed, tonight?



_ Yes, I am, darling.



_ Are you upset? Did I do anything wrong?



_ No, you didn´t. It´s me, honey. Have you already drank your milk? I brought more tonight, and ice cream for tomorrow, OK?



Sutilmente, tomándola por los pequeños hombros, Abel envía a Carelys afuera de la cocina.



_ Puedes ir a jugar a mi estudio un momento, nena.



_ Can I?



_ Yes, please.



Ayleen enciende ahora la cafetera. Desearía que la bebida aliviara milagrosamente la insoportable tensión de la jornada.



_ No has regresado en tu uniforme del restorán.



_ Hoy ha quedado muy manchado, papá.



_ Me alegra que lo hayas hecho más temprano que de costumbre, la niña no ha podido acostumbrarse a ese trabajo tuyo.



_ No terminé el turno de esta noche; y espero nunca completar uno más ahí. ¿Podrías avisarle a Don Emiliano que sí acepto el trabajo que ofrecen en la asociación, por favor?



La sala es amplia, el amueblado caro pero de un ostensible mal gusto; el escarlata predomina en la decoración del espacio. En una de las esquinas, junto a la chimenea, un hombre y una mujer, madre e hijo intercambian impresiones sobre lo recientemente ocurrido.



_ No te preocupes al final salió bien. Ya nos estaba causando muchos problemas el borrachín ese. Últimamente le estaba entrando a lo nuestro también.



_ ¿En dónde dices que estaba mijo?



_ No esperaba que Héctor y los otros chamacos anduvieran cerca de ahí cuando pasó todo.



_ Lo malo es que ahora tenemos que encontrar otro paisa que nos haga lo mismo, que además nos sea útil sin causarnos tanta lata.



_ Es una lástima que el chico ese que se junta con Héctor, no tenga el mismo carácter del papá.



_ Olvídalo, Héctor me ha dicho que es muy nervioso, y en este negocio ya sabes qué es lo que se necesita.



Aunque de módelo reciente, la pick-up no parece lo suficientemente amplia para los cuatro pasajeros.



_ Pon las mochilas atrás del asiento Paco, o no vamos a caber todos, y te vas a tener que ir tú en la caja de atrás.



_ Aso, ¿pues qué haces? Hay dos laptops, tres Webcams diferentes y un montón de CDs y DVDs por acá.



_ Nothing especial. Ya sabes que la música me gusta un chingo.



_ Pues, pa´ ser uno de tus gustos acá debe salirte medio caro el chistecito –observa Lupe.



_ No, no, no. Manuela que se siente al lado de mí.



_ Uy, tú. ¡Ya bájale!, ni que fueras la última Pepsi en el desierto.



_ Oye, ¿porqué ustedes tienen puras trocas, y todas son oscuras? –pregunta Manuela.



_ No sé, mi abuela siempre las escoge así. Nunca hemos comprado una de color brillante. Está raro porque las oscuras son más peligrosas en carretera por la noche, creo. Los carros de colores brillantes se pueden detectar más fácilmente.



Sin la edad reglamentaria para conducir, Héctor evita las avenidas grandes. Con la imprudencia propia de su juventud, Héctor acelera rápidamente el vehículo por las calles del vecindario.



_ Cool it down, buddy. Nadie aquí tú lleva prisa –explota Lupe.



_ Sí Héctor, ya mero te llevas al pobre perro de Don Tavo –secunda Manuela.



_ Tampoco lo pongan nervioso, porque así no se maneja bien –Paco intenta calmar los ánimos y apoyar al conductor.



No tardan mucho en avanzar cuando, casi llegando a su destino, todos en la cabina observan que una rauda camioneta arrolla a uno de los vecinos. El golpe es seco y brutal, el cuerpo del transeúnte es levantado en vilo por los aires, y después de una complicada pirueta, la cabeza del infortunado impacta directamente con el pavimento. La muerte es instantánea.



_ ¡Aso, madres!, no creo que ese pobre se haya salvado. ¡Vamos a ver en qué podemos ayudar! Manuela, si traes tu celular llama a una ambulancia rápido, –ordena Lupe en tono imperativo.



Con todo y su impericia, Héctor logra detener su auto, a una prudente distancia del suceso. Todos salen corriendo velozmente hacia el lugar donde ocurrió el atropellamiento; pero Héctor ya condicionado voltea en todas direcciones y alcanza a ver la troca de Mr. Cain.

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