Monday 6 July 2009

Capitulo 3

Capítulo III



Sin meditarlo un segundo, Emiliano lanza dos monedas sobre la pequeña mesa pintada de colores chillantes. Interpreta a la perfección la cara de extrañeza de Víctor.



- A alguien le servirán, contesta lleno de buenos deseos más que realmente convencido.



Al abrir la puerta de salida se encuentran a una mujer de edad madura en cuclillas acariciando a Sansón, el cual está amarrado a la toma contra-incendio de la calle.



_ Te ves flaco, mi niño; no te han dado bien de comer, ¿verdad? ¡Y mira qué pelo el tuyo!, seguro tampoco te han bañado en semanas.



Su ropa parece inadecuada para el intenso calor del verano en la costa de Florida. Exagerados también son el número y tamaño de collares y pulseras que usa.



- ¿Cómo está Doña Elsa?, saluda Víctor a la mujer. ¿Verdad que el viejito tiene mal cuidado al negro?



_ Ya te dije que no le llames así.

_ OK, al Sansón.

_ Yo me refiero a Emiliano. Y el perro necesita una hembra, pa’que se ocupe de él como se merece.

_ En eso sí le doy la razón, pero la necesita para otra cosa. Ya le dije al viej..., perdón a Emiliano que se busque una.

_ ¡Qué tal Doña Elsa!

_ Ah, pero sí hablas, yo creí que esa mentada tos te había dejado mudo.

_ Le puede decir a su yerno que ya tengo el cognac de la apuesta. Que puede pasar por el a mi casa cuando guste.

_ ¡Faltaba más!, yo voy por la botellita.

_ Como usted guste.

_ Cuídese mucho, Doña Elsa. Que Dios la bendiga.

_ Hey, es por acá.

_ No, viejito. Mi troca está aparcada a dos cuadras de aquí.

_ Pero, nos toma diez minutos llegar a la casa de Abel.

_ Sí pero tengo que llenarle el tanque de gasolina.

_ Uchas, con el tamaño de esa camioneta ya me imagino el ojo de la cara que te va a salir echarle gas.

_ Nada. Vamos a ir a una donde el galón está más barato, y no sólo eso, también me dan descuento por ser venezolano. ¿Cómo la ves?

_ Yo como quiera estoy pensando seriamente cambiar mi coche, voy a buscar uno más chico, o una pick up de menor cilindraje, donde pueda llevar y traer al Sansón, porque me deja todos los asientos llenos de su pelambre.

_ Por ahí atrás anda el hule espuma que usa mi esposa para sus clases de Yoga, ponlo sobre el asiento y ahí que se acueste el negro.


Rumbo a casa de Abel, abstraído en sus pensamientos, Emiliano alcanza a ver el anuncio de una tienda que no había notado antes: The Left Lane. Del bolsillo extrae entonces el tríptico que le dio la muchachilla afuera del Dollar’s Nirvana.