Sunday 17 June 2012

Capítulo 7





Capítulo VII






_ Ya está, hoy tenemos 12 en total, viejito. A Leo lo dejamos en la banca por el momento. ¿Cómo ves?




_ Ok. Pasa, por favor, los uniformes que sobraron pa' guardarlos en la cajuela de mi carro.




_ En el primer tiempo sí nos estaban poniendo un buen baile, la neta. Si no es porque el Fernando se la rifó de Keeper - creo que jugaba un chingo al basket en Sonora-, nos la hubieran dejado irineo en el primero. Quedamos uno a cero en ese tiempo, loco.




_ ¿Apoco sí fallaron mucho los otros?




_ No mano, nos traían como calzón de puta; en una de esas que la bola pega en el poste y se pasea por toda la raya, pero el Fer al final se quedó con ella. Nos salvamos, güey.




_ Me dijeron que están chidos los uniformes.




_ Ah, eso sí. Según el papá del nuevo los regaló para el equipo después que el pinche ojéis del Mr. Cain se llevo los otros.




_ ¿Quién soy?




_ Don't fuck me, Fer.




_ ¿Qué para ti tengo las manos de hombre?




_ Ah, pinche Manuela. ¿Qué quieres, cabrona?




_ Te traje una lata.




_ Mejor deja de estarme dando lata tú, le estoy platicando al Paco del gol que metí el sábado.




_ Hi, Paco! Bueno, cuando te canses de tú maldito fútbol me buscas.




_ Ah sí, te decía. En el primero me la bajó chido de cabeza el chavillo ese, y que cruzo el disparo de zurda, ya ves que casi no le pego con esa, pero no había de otra y entró abajo bien angulada.




_ Vamos por una lata, ¿no?




_ Oye, ¿estás bien, compa? Acaba de venir la Manuela y la mandaste al egg.




_ Tú no te fijes en eso, es que la tipa es bien empalagosa. ¿Vienes o no?




- Wow, what a big truck, grandpa!




- Sí, ya me había dado cuenta, nenita.




Una alta y espigada silueta recargada sobre la camioneta no pierde detalle del partido con el auxilio de sus binoculares.




_ Parece que algunos están muy interesados en las habilidades de tus jugadores, Emiliano.




_ ¡Qué va a ser! Es Mr. Cain, deveras que es necio ese señor.




_ ¿Qué crees que se le ofrezca a nuestro amigo?




_ Fácil, vernos perder, pero no se le va a hacer a mi compadre.




_ Mmm, como quiera corre la voz, y que vengan lo más que se pueda de mujeres para el el próximo partido.




_ A la orden, mi general; pero primero tenemos que ganar este y vamos perdiendo, compadre.




_ Por el momento me preocupa más este caballero, y le vamos a enseñar un lenguaje que no ha aprendido aún. Los muchachos van a ganar, ya lo verás.





El vacío refrigerador y lo avanzado de la noche obliga a Emiliano al ayuno involuntario.




_ Deja de estar husmeando en la basura. !Carajo, ni leche tenemos, Sansón!




_No le hagas mucho caso, Emiliano. La muchacha no sabe nada.




_ Tal vez ella tenga razón, y solo estoy perdiendo el tiempo con el sindicato. Yo y mis molinos de viento.




_ ¡Qué va a tener la razón! ¿No lo vimos con tu compadre Carlos? Hasta ahorita le está yendo bien, pero deja que cambie la dirigencia y ya verás como la dejan chiflando en la loma por insensata.




_ Pues sí, pero mientras las tengo sufriendo.




_ Nada. Yo no sé otras, pero yo quiero un hombre así; cabal como tú. Yo estoy feliz contigo, y a mi no me hace falta nada. Prefiero sufrir en lo material, y no que me faltes tú.




Son fácilmente reconocibles. Aunque muy jovencitos, su modo de vestir estrafalario, apantallador, vistoso en extremo los delata. Las gruesas cadenas doradas sobre el pecho despejan las pocas dudas que le quedan. De todos modos, echa un rápido vistazo a la fila de autos último modelo que recién estacionaron frente al pequeño negocio en que trabaja.




_ Good morning! Can I help you?




_ Buenas, el inglés no es necesario, todos aquí podemos hablar perfectamente en español, hasta tú, si lo que nos dijeron es verdad.




_ Sí, soy mexicano y crecí hablando español. ¿En qué puedo servirles, pues?




_ Dices bien, a lo mejor y nos sirves, abuelito.




_ Eso va a depender de lo que ustedes quieran.




_ Nos dijeron que eres ducho en esto de la cerrajería, y lo mejor, que eres muy discreto, además de que vives solo.




_ Vete al grano, carnal. ¡Pregúntale ya si se va a hacer o no!




_ Aguanta vara. Aquí mi estimado no es una de tus golfas, bato.




De un brusco empujón el más bajito aleja al robusto impaciente.




_ ¿Cómo ves y le sacas una copia a esta llavecita, mi buen?




_ A ver, permítame. Mmm, he visto muy pocas veces este tipo de llaves, pero duplicarlas está prohibidísimo, necesita conseguir un permiso muuuy especial. Yo no le entro. A lo mejor el compa en el mall le puede echar la mano. El es mucho mejor que yo en este trabajo.




_ Que sea el mejor o el peor es lo de menos, te escogimos a ti porque nos dieron el pitazo de que sabes mantener el pico cerrado.




_ Disculpe usted, pero yo no puedo entrarle a eso que me pide.




_ ¿Sabías que te estás poniendo muy rejego, mi estimado? Supongo que no quieres poner en riesgo el poco tiempo que te queda, abuelito. No sabes a quién le estás diciendo no, ¿o sí?




_ Me imagino a quién me estoy negando. Soy mexicano y no nací ayer, joven; me han amenazado de muerte más de una vez. De frente y también de modo más sútil que usted. Por el poco aire que me resta respirar de aquí a que me entierren, puedo darme un lujo que a otros les está tal vez prohibido.





_ Bien dicho, viejito. Mira, na' más por lo franco me caíste bien. Te la voy a pasar esta vez, pero la próxima no te voy a pedir permiso. Te voy a venir a traer y me vas a abrir lo que te pida sin chistar. ¿Estamos claros?




_ No sé porque tengo el presentimiento que no vamos a volver a vernos, joven. Vaya usted con Dios.






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