Thursday 5 February 2009

Capitulo 1

Capítulo I.



Vine a Tampa porque en México ya no tenía ni pa' tragar. Antes de venirme mis paisanos me recomendaron que de preferencia, me instalara yo en cualquier estado de la unión en el que abundaran los mexicanos (algo no muy complicado en estos días, como podrán ya imaginarse), pero que evitara California o Texas porque allí me iba a ser más difícil encontrar chamba por lo de la competencia.También me avisaron que en lo posible, pensara en alguna ciudad o pueblo donde yo tuviera parientes, porque es más fácil aguantar el golpe acompañado. “Tampoco es problema si no tienes familia en los esteits, siempre habrá un bonche de compatriotas dispuestos a tenderte la mano, nomás uno sabe lo que es llegar solo de a perro a un país extraño.”


Nunca pensé que iba a salir del país. Pero es que la situación ya era insoportable, y más para un viejo achacoso como yo; mañana cumplo 80 años. Ni las crisis de '87 y '95 me habían convencido de venir pa' acá; pero últimamente ya ni estirándole a la pensión me alcanzaba pa'l diario. Mi vida terminó cuando quitaron el ferrocarril que iba de Cuautla a México, y me aplicaron “el retiro voluntario” en el sexenio del Ernesto. Les importó una pura y dos con sal que en '68 me hayan dado el premio al mejor maquinista del país. Me empecé a dar cuenta que nada realmente valía ya, cuando un diciembre mi cheque incompleto llegó. Mi sobrino, que de eso sabe un chorro (siempre se la pasa leyendo los periódicos, el que le caiga enfrente, aunque tiene sus preferidos), me dijo que no sólo lo jineteaban, sino que ahora lo usaban para apostar en la bolsa de valores como si fuera el palenque; aunque me lo explicó varias veces nunca entendí cómo es que hacen eso. De todos modos, decidí moverme con todo y mis años encima, cuando me cayó el veinte de que ya no sólo no me alcanzaba pa’ vivir, sino que le pellizcaban a mis dineritos también. Como crecí escuchando historias fantásticas de éxito del "otro lado" no lo pensé dos veces y me vine pa' acá, bueno, tampoco había muchas opciones en mi tierra ya. Pero no me quejo, mañana festejaré mi cumpleaños en el fut con todos los cuates de por acá.


El vibrador de mi aparato de telefonía celular interrumpe mis recuerdos. Odio estas cosas, ni sé cómo usarlas, pero los compas del fut me dijeron que es necesario, qué tal un día me enfermo y ni quién me vaya a echar un lazo. ¡Estás viudo, viejito, entiende carajo! Eso me convenció, ni Dios quiera que llegue a enfermarme acá, si algo me ha de pasar que sea pa’ siempre. No vaya a quedar todo endeudado como el Oaxaco que el otro día chocó en el Highway por atrabancado.


_ What's up? -escucho del otro lado de la línea o del satélite, que sé yo.


_ Hello!


_ ¿Qué estás haciendo Zapato?


Aquí me dicen así, mi jefe combatíó con Los Dorados de Villa, pero cuando acabó la revolución se mudó con todo y Chivas pa'l sur y se enraizó en Cuautla, pero en lugar de ponerme Pancho prefirió llamarme Emiliano.


_ Nada tú, acabo de llegar de la chamba.


_ ¿Qué?


A veces olvido que el Víctor es venezolano y no entiende todo lo que digo.


_ De trabajar, pues.


_ Ah, bueno. ¿No tienes hambre? Vamos por un fried chicken, ¿no?


_ Ya sabes que trato de evitar eso, prefiero que vayamos a la tienda de Mr. Cain.


_ No, a ese loco lo tenemos boicoteado, al rato te cuento.


_ Sale pues, vamos por el pollito. Te veo en media hora. OK?


_ Deal, chamo. See ya!


… to be continued

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